lunes, 27 de julio de 2009

Miguelito salió llorando desconsoladamente de la clínica.

Por Ramón Peralta

Ciudadoriental.com

Sabía que su papá no le perdonaría que regresara con un dulce menos a la casa y se sentó en el contén a meditar sobre su vida, su miseria y sufrimiento

Ese día su mamá hizo 120 dulces de coco y su papá se los contó minuciosamente y le advirtió que no podía llegar a la casa con un dulce descuadrado

– "Si te dejas engañar con un dulce es mejor que ni vengas.

Lo menos que puedes hacer es tirarte del puente", le advirtió.

Lamentablemente, el encargado de limpieza de la clínica desintegrada deseaba comer dulce sin intenciones de pagar.

Aunque el niño le rogó y lloró para que le pagara, Vladimiro con una sonrisa burlona le dijo –"Gracias por regalarme esta porquería y si me sube el azúcar tu pagaras la medicina ja, ja, ja, ja".

Esa noche el señor Dámaso estaba sentado en su cómodo sillón cuando entro un hombre con aspecto lúgubre y le preguntó -

"¿Usted le dijo esta mañana al niño que si no traía los dulces completos mejor que se tire del puente?.

El contesto avergonzado y en un tono débil dijo –

" SI "

Cabrera, sin pelos en la lengua contestó –

"Lamentablemente debo informarle que su hijo era un niño muy obediente".

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