miércoles, 25 de marzo de 2009

La última: El orgasmo…Enciende el cuerpo y apaga la mente

Libera del estrés y de la ansiedad. Produce un pequeño trance. Dura unos segundos, pero trae de cabeza a los científicos que tratan de explicarlo.

Una encuesta afirma que el 86 por ciento de los hombres reconocen que disfrutan más del sexo cuando sus compañeras son intelectualmente inferiores. Otra, que las mujeres que se acuestan con hombres más inteligentes alcanzan mejor el orgasmo. Por último, una investigación sugiere que es más difícil que una pareja alcance el orgasmo teniendo los pies fríos, así que antes de hacer el amor deberían ponerse calcetines. De estos tres estudios, dos son seudociencia.

¿Con cuál te quedas? La relación entre inteligencia y orgasmo es sólo un bulo. Y la historia de los pies fríos es una anécdota que condujo a una investigación del orgasmo.

Ese estudio fue realizado por Gerst Holstege, de la Universidad de Groningen, en Holanda. Se trataba de examinar, con un escáner de emisión de positrones (TEP), los cerebros de 13 mujeres y 11 hombres cuando experimentaban el clímax.

“No hicieron el amor de la forma habitual, ya que esto resultaba técnicamente imposible, pues el escáner sólo tiene espacio para una persona”, dice Holstege en un correo electrónico a El País Semanal.

Cada voluntario se colocaba bajo el escáner mientras su pareja le masturbaba. ¿Qué tiene que ver esto con los pies fríos? “Nada, excepto que, después de dos horas de mentiras bajo el escáner, casi todos se habían descalzado, por lo que, transcurrido un cierto tiempo, se les enfriaban los pies”, aclara Holstege.

CUERPO ON Y CEREBRO OFF

Sin embargo, el escáner ‘voyeur’ arrojó otros resultados fascinantes. “Lo más interesante que encontramos fue que durante el orgasmo, todas las regiones del cerebro relacionadas con el miedo o la alerta se apagan, y esto es algo que nunca habíamos visto”, explica este experto.

El orgasmo produce una especie de trance; aleja a la persona del miedo y de la ansiedad, y en el momento del clímax sobreviene una especie de apagón momentáneo del cerebro.

Hay sutiles, aunque importantes, diferencias entre los orgasmos de ellos y ellas. En las mujeres, el apagón es más leve que en los hombres, aunque en estos últimos los centros del miedo también se desactivan.

Parte del experimento consistía en pedirles a ellas que fingiesen. “Obviamente, en los hombres no fue difícil determinar si alcanzaban un orgasmo o no, pero en las mujeres no es un asunto fácil, ya que podían fingirlo”, dice Holstege. Pero, el escáner atraparía la mentira.

¿Qué pasa en el cerebro de la mujer que miente así?

“Se activa la región del córtex motor que controla el movimiento pélvico. Esta región no se enciende cuando un orgasmo es real”.

El orgasmo aguarda al final de un ciclo sexual que comienza con la mera excitación, durante la cual la sangre acude al pene o al clítoris, zonas muy inervadas. En el hombre, uno de los aspectos menos comprendidos es la eyaculación. Al parecer, el cerebro no se ve envuelto a la hora de enviar la señal específica al pene para que el semen salga disparado. Los expertos piensan que es un fenómeno que depende de un reflejo nervioso de la médula espinal. Un tipo de neuronas llamadas espinotalámicas, localizadas en la región lumbar, tienen la llave.

Sin embargo, es cierto que la voluntad consciente por parte del hombre retrasa la eyaculación, por lo que el cerebro debe cumplir algún papel antes de que se produzca el fenómeno. Así que, desde el punto de vista científico, la búsqueda de un centro del orgasmo masculino en el cerebro continúa lejos del esfuerzo científico.

En el hombre, el orgasmo es breve, dura unos segundos, tras los cuales necesita un periodo de descanso para volver a empezar el ciclo. Algunos estudios sugieren que algunos hombres son capaces de sentir orgasmos múltiples —sin que tenga lugar la eyaculación—, llamados “orgasmos en seco”.

El sexólogo Alfred Kinsey, en su histórico estudio (1948), ofreció las primeras estadísticas fiables acerca del orgasmo experimentado por los hombres: las tres cuartas partes alcanzan el orgasmo muy rápidamente, dentro de los dos primeros minutos del acto sexual. En cambio, el orgasmo en la mujer puede durar entre veinte segundos y dos minutos.

Hay una diferencia sustancial con el masculino: ella no lo necesita para producir un óvulo ni para tener hijos, mientras que en el hombre el orgasmo es una estación obligatoria para que se produzca la eyaculación y, por tanto, indispensable para la transferencia de genes.

El problema, según datos estadísticos, es que solamente el 25 por ciento de las mujeres experimentan un orgasmo durante el acto sexual; o que una tercera parte de las mujeres no lo experimentan durante el coito; o que “entre un cinco y un 10 por ciento de las mujeres —que es una proporción muy grande— jamás lo vayan a experimentar”.

La hipótesis de la historiadora de la ciencia Elisabeth Lloyd se inspira en otra avanzada en 1979 por el antropólogo Donald Symons, que escribió un libro, La evolución de la sexualidad humana, en el que exponía que el orgasmo femenino no tiene ningún sentido evolutivo. Las réplicas a esa teoría fueron demoledoras por parte de algunas antropólogas como Sarah Blaffer Hrdy, de la Universidad de California en Davis.

Sin embargo, hasta la fecha, los estudios científicos no han descubierto evidencias que relacionen la fertilidad femenina con su capacidad de sentir un orgasmo.

En conclusión, el orgasmo en la mujer y la excitación que le produce, la motiva a establecer relaciones sexuales, lo que en muchas culturas y religiones, desde la antigüedad y hasta estos días, pasa por un filtro de oscurantismo. El clítoris también ha constituido un elemento prohibido. El año pasado, más de 80 millones de niñas y mujeres africanas de entre 18 y 49 años sufrieron la ablación del clítoris, según la Organización Mundial de la Salud (OMS).

La represión del deseo sexual impuesta puede ser una explicación del por qué sólo el 25 por ciento de mujeres siente un orgasmo.

Otros tips

• El mono desnudo. En esa obra, el escritor británico Desmond Morris sugería, en 1967, que el orgasmo inmovilizaba a la mujer y la mantenía en posición horizontal tras el acto sexual, lo que permitía que no escape esperma. •Una cuestión evolutiva. Durante los años noventa, los científicos Robert Baker y Mark Bellis, de la Universidad de Manchester, sugirieron que el orgasmo femenino, tras la cópula, permitía a la mujer retener más esperma.

• El castigo. En el siglo XVI, la represión a la libido toma forma mediante los crímenes sexuales creados por el poder. La brujería estaba relacionada con la sexualidad, pues las brujas hacían el acto sexual con los demonios.

Texto: El País de Madrid.

Foto: Dreamstime.

No hay comentarios: